lunes, 30 de abril de 2012

cuentos latinoamericanos


CUENTOS LATINOAMERICANOS.
DESCRIPCIÓN.
Nombre y Apellidos del Autor: 
Abril Monserrat Meza Vasquez.
Idioma: 
Español
Nivel Educativo: 
Grado Universitario
Area de Conocimiento: 
Español
INTRODUCCION
Los cuentos latinoamericanos cortos entraron a su etapa madura a inicios del siglo XX, de la mano del chileno Baldomero Lillo y de la del uruguayo Horacio Quiroga. El primero escribió cuentos de mineros (Sub terra, 1904) y el segundo, historias de la jungla, entre los que destaca Cuentos de la selva, publicado en 1918. Combinó un enfoque de carácter regional, entrelazando la naturaleza primitiva con los seres humanos, desarrollando descripciones de fenómenos psicológicamente extraños en unos cuentos de misterio poblados de alucinaciones. Posteriormente, llegarían los escritores del “boom latinoamericano” que consiguieron ampliar las fronteras del nuevo mundo literario.
Para hablar de los cuentos latinoamericanos del siglo XX, es necesario conocer a los escritores que desarrollaron el arte de la narración breve; personas a quienes honramos por hacernos disfrutar un género tan exquisito.


latinoamerica.


TAREA.
* se realizará una dinámica lanchas esta estrategia es con el fin de juntarse en binas.
* trabajarán en vinas para leer un cuento latinoamericano de los siguientes ejemplos:
* de acuerdo a los cuentos latinoamericanos leidos haran un comentario literario acerca de los ellos.

EL HOMBRE DE HIERRO

Había una vez un hombre de hierro. Era fuerte Sus músculos eran de hierro, podía hacer cualquier trabajo. Sus piernas eran de hierro, podía caminar incansablemente. Su cabeza era de hierro, podía ser golpeado sin sentirlo. Sus pensamientos eran firmes como el hierro; sus manos eran de hierro, podía tomar con firmeza lo que quisieran. Su corazón era de hierro, sus sentimientos le pesaban mucho. A veces le resultaban insoportables.

Un día el hombre de hierro se enamoró de una mujer de seda. La mujer de seda tenía la piel casi transparente. Sus ojos su mirada, eran de seda. Sus manos de seda podía realizar los más delicados trabajos. Sus pies de seda pisaban sin dejar huella, sus brazos de seda eran impalpables cuando abrazaban. Su pelo de seda caía como una cascada sobre sus frágiles hombros de seda. Su voz de seda a veces no podía expresar la compleja urdidumbre de su corazón de seda.


El hombre de hierro tomó a la mujer de seda entre sus brazos y quedó envuelto en ella. Caminó por el campo, comenzó a llover; llovió mucho, la mujer de seda quedó empapada, pegada al hombre de hierro. El hombre de hierro seguía caminando con los pies metidos en el barro. Su peso lo hundía, lo hundía cada vez más. Trató de desprenderse de la mujer de seda para que no su hundiera con él. Pero ella estaba anudada a su cuello de hierrro. El viento sacudía a la mujer de seda como un jirón lastimado. Cesó la lluvia. El cuerpo de la mujer de seda desplegó en el aire y comenzó a flamear. Como una bandera, como una llama de color.

Fue una señal para otros. Pronto llegarían a rescatar al hombre de hierro que ya estaba casi hundido en la tierra.

La tejedora
Mariana Calosanti
Se despertaba cuando todavía estaba oscuro, como si pudiera oír al sol llegando por detrás de los márgenes de la noche. Luego, se sentaba al telar.
            Comenzaba el día con una hebra clara. Era un trazo delicado del color de la luz que iba pasando entre los hilos extendidos, mientras afuera la claridad de la mañana dibujaba el horizonte.
            Después, lanas más vivaces, lanas calientes iban tejiendo hora tras hora un largo tapiz que no acababa nunca.
            Si el sol era demasiado fuerte y los pétalos se desvanecían en el jardín, la joven mujer ponía en la lanzadera gruesos hilos grisáceos del algodón más peludo. De la penumbra que trían las nubes, elegía rápidamente un hilo de plata que bordaba sobre el tejido con gruesos puntos. Entonces, la lluvia suave llegaba hasta la ventana a saludarla.
            Pero si durante muchos días el viento y el frío peleaban con las hojas y espantaban los pájaros, bastaba con que la joven tejiera con sus bellos hilos dorados para que el sol volviera a apaciguar a la naturaleza.
            De esa manera, la muchacha pasaba sus días cruzando la lanzadera de un lado para el otro y llevando los grandes peines del telar para adelante y para atrás.
            No le faltaba nada. Cuando tenía hambre, tejía un lindo pescado, poniendo especial cuidado en las escamas. Y rápidamente el pescado estaba en la mesa, esperando que lo comiese. Si tenía sed, entremezclaba en el tapiz una lana suave del color de la leche. Por la noche, dormía tranquila después de pasar su hilo de oscuridad.
            Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer.
            Pero tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que se sintió sola, y por primera vez pensó que sería bueno tener al lado un marido.
            No esperó al día siguiente. Con el antojo de quien intenta hacer algo nuevo, comenzó a entremezclar en el tapiz las lanas y los colores que le darían compañía. Poco a poco, su deseo fue apareciendo. Sombrero con plumas, rostro barbado, cuerpo armonioso, zapatos lustrados. Estaba justamente a punto de tramar el último hilo de la punta de los zapatos cuando llamaron a la puerta.
            Ni siquiera fue preciso que abriera. El joven puso la mano en el picaporte, se quitó el sombrero y fue entrando en su vida.
            Aquella noche, recostada sobre su hombro, pensó en los lindos hijos que tendría para que su felicidad fuera aún mayor.
            Y fue feliz por algún tiempo. Pero si el hombre había pensado en hijos, pronto lo olvidó. Un vez que descubrió el poder del telar, sólo pensó en todas las cosas que éste podía darle.
            —Necesitamos una casa mejor— le dijo a su mujer. Y a ella le pareció justo, porque ahora eran dos. Le exigió que escogiera las más bellas lanas color ladrillo, hilos verdes para las puertas y las ventanas, y prisa para que la casa estuviera lista lo antes posible.
            Pero una vez que la casa estuvo terminada, no le pareció suficiente.
—¿Por qué tener una casa si podemos tener un palacio?— preguntó. Sin esperar respuesta, ordenó inmediatamente que fuera de piedra con terminaciones de plata.
            Días y días, semanas y meses trabajó la joven tejiendo techos y puerta, patios y escaleras y salones y pozos. Afuera caía la nieve, pero ella no tenía tiempo para llamar al sol. Cuando llegaba la noche, ella no tenía tiempo para rematar el día. Tejía y entristecía, mientras los peines batían sin parar al ritmo de la lanzadera.
            Finalmente el palacio quedó listo. Y entre tantos ambientes, el marido escogió para ella y su telar el cuarto más alto, en la torre más alta.
            —Es para que nadie sepa lo del tapiz —dijo. Y antes de poner llave ala puerta le advirtió: —Faltan los establos. ¡Y no olvides los caballos!
            La mujer tejía sin descanso los caprichos de su marido, llenando el palacio de lujos, lo cofres de monedas, las salas de criados. Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer.
            Y tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que su tristeza le pareció más grande que el palacio, con riquezas y todo. Y por primera vez pensó que sería bueno estar sola nuevamente.
            Sólo esperó a que llegara el anochecer. Se levantó mientras su marido dormía soñando con nuevas exigencias. Descalza, para no hacer ruido, subió la larga escalera de la torre y se sentó al telar.
            Esta vez no necesitó elegir ningún hilo. Tomó la lanzadera del revés y, pasando velozmente de un lado para otro, comenzó a destejer su tela. Destejió los caballos, los carruajes, los establos, los jardines. Luego destejió a los criados y al palacio con todas las maravillas que contenía. Y nuevamente se vio en su pequeña casa y sonrió mirando el jardín a través de la ventana.
            La noche estaba terminando, cuando el marido se despertó extrañado por la dureza de la cama. Espantado, miró a su alrededor. No tuvo tiempo de levantarse. Ella ya había comenzado a deshacer el oscuro dibujo de sus zapatos y él vio desaparecer sus pies, esfumarse sus piernas. Rápidamente la nada subió por el cuerpo, tomó el pecho armonioso, el sombrero con plumas.
            Entonces, como si hubiese percibido la llegada del sol, la muchacha eligió una hebra clara. Y fue pasándola lentamente entre los hilos, como un delicado trozo de luz que la mañana repitió en la línea del horizonte. 


HERMANO LOBO
Un día el lobo se dio cuenta de que los hombres lo creían malo.

- Es horrible lo que piensan y escriben -exclamó.

- No todos -dijo un ermitaño desde la entrada de su cueva, y repitió las parábolas que inspiró San Francisco. El lobo estuvo triste un momento, quiso comprender.

- ¿Dónde está ese santo?

- En el cielo.

- ¡En el cielo hay lobos?

El ermitaño no pudo contestar.

- ¿Y tú que haces? Preguntó el lobo intrigado por la figura escuálida, los ojos ardidos, los andrajos del ermitaño en su duro aislamiento. El ermitaño explicó todo lo que el lobo deseaba.

- Y cuando mueras ¿irás al cielo? -preguntó el lobo conmovido, alegre de ir entendiendo el bien y el mal.

- Hago por merecer el cielo -dijo apaciblemente el ermitaño.

-Si fueras mártir, ¿irías al cielo?

- En el cielo están todos los mártires.

El lobo se le quedó mirando, húmedos los ojos, casi humanos. Recordó entonces sus madíbulas, sus garras, sus colmillos poderosos, y de unos saltos devoró al ermitaño. Al terminar se tendió en la entrada de la cueva, miró al cielo limpiamente y se sintió bueno por primera vez.

RECURSOS
* de acuerdo a la antologia de los libros del ricon leer los que mas le agrade al alumno.
* indagar en la internet cuentos de autores sobresalientes.

EVALUACIÓN.
* SE LES REVISARÁ A LOS ALUMNOS SU COMENTARIO LITERARIO CON BASE A LAS SIGUIENTES CARACTERISTICAS QUE DEBE POSEER:
1. PRESENTACION DEL TRABAJO Y CONTENIDO.
2. MENCIONAR SU EXPERIENCIA SOBRE LA LECTURA QUE AFRONTÓ CON LOS EJEMPLOS Q SE LE DIO Y LOS QUE INVESTIGO.
* MENCIONAR LOS CUENTOS Y LOS AUTORES QUE MAS LE LLAMO LA ATENCION. 

CONCLUSION.
al trabajar con cuentos latinoamericanos es muy dificil la comprensio ya que es un ade la principales caracteristicas de este tipo de cuentos al lerlos tiene que ser una lectura de mucha atención y analisis para comprender ya que son escritos con confunsiones para que el lector se adentre mas sobre ella.





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